CASO: AARON HERNÁNDEZ, JUGADOR DE FUTBOL AMERICANO
ANTECEDENTES
Aaron Hernández era un deportista de élite del equipo de futbol americano NFL; Fue arrestado y sentenciado a cadena perpetua por el homicidio de un amigo y compañero de profesión que apareció muerto por disparos en un descampado cerca del domicilio de Aaron en 2013.
Son varios los factores que pueden influir en la acción de una conducta delictiva; en este caso concreto sabemos que los problemas del futbolista remeten desde su infancia empezando con serios problemas en su educación primaria, potestad de sus progenitores.
Aaron tuvo una educación muy estricta por parte de su padre quien era conocido como “El Rey” por su gran reputación también como futbolista. Además de exigirle demasiado a Aaron profesionalmente, le inculcaba las ideas machistas que todavía van muy de la mano de este tipo de deporte.
Su padre sufría de problemas de alcohol lo que le hacía tener comportamientos agresivos y cabe la posibilidad de que llegara a abusar sexualmente de Aaron, aunque eso nunca fue confirmado.
Por otro lado, la ausencia de afecto por parte de su madre y otras carencias que el mismo Aaron le reclama y reprocha, demuestra esa falta de apego que este tendría hacia su madre. Sin embargo, le dejó una mella muy grande en toda su crianza, adolescencia y fase adulta, comprometiendo su desarrollo como adulto y ser independiente.
Aaron tenía una vida de ensueño. Era una estrella del futbol americano, guapo, caía bien por naturaleza, pero se refugiaba en sus amistades de infancia que pertenencia al mundo de la droga y delincuencia común.
A pesar de que Aaron estaba casado, son varios los testigos que manifiestan sus tendencias homosexuales, probablemente reprimidas por esa falta de aceptación que tendría por parte de su padre y el temor a perder la admiración de la figura paterna, a pesar de la mala relación que mantenía con su progenitor.
Su prima Tanya, fue el mayor apoyo para Aaron, llegando a encubrirle sus hechos delictivos. Era como su segunda madre.
LA ENCEFALOPATÍA TRAUMÁTICA CRÓNICA
A parte de todos los factores situacionales, biológicos y sociales que pueden haber influido en una posible conducta social desviada, en este caso concreto sabemos que fruto de la profesión a que se dedicaba Aaron, le diagnosticaron una ETC.
Esta enfermedad neurodegenerativa, es resultado de golpes recurrentes en la cabeza que comprometen la cognición, emociones, capacidad de decisión, memoria a corto plazo, agresividad ira o impulsividad, entre otros agravantes, dependiendo de la zona afectada.
Aunque es una enfermedad con pocos estudios realizados al respecto y con muestras pequeñas, el año pasado un estudio publicado por el Brain Journal of Neurology, realizado por investigadores de la Universidad de Ben-Gurion en un equipo de futbol americano israelí, se han podido identificar de forma evidente las secuelas de la ETC en el cerebro, principalmente en el lóbulo frontal y parietal anterior.

A través de una resonancia magnética con tecnologías avanzadas de contraste dinámico y métodos analíticos de patología vascular, se puede analizar la permeabilidad de la membrana hematoencefálica de los jugadores de los deportes de contacto que hasta hoy solo se podía llevar a cabo en el post mortem.
Se pudo confirmar que las personas que presentan esta patología tienen fugas considerables en esta barrera, lo que causa disfunción y degeneración cerebral, principalmente en la masa blanca, similar a lo que ocurre con demencias seniles como el Alzheimer.
Se evidenciaron tres veces más de probabilidad de que esta barrera hematoencefálica en los jugadores tuviera fugas que en el grupo de control.
Los síntomas de esta enfermedad adquirida son dificultad para pensar, depresión o apatía, conducta impulsiva y agresiva, ira, inestabilidad emocional, abuso de sustancias, cambios de humor, pensamientos suicidas, dificultad para planificar y ejecutar tareas (función ejecutiva afectada como en la enfermedad de Parkinson) y pérdida de memoria a corto plazo.
EL DESENLACE
Aaron terminó suicidándose en su celda, días antes del nuevo juicio.
Las llamadas que realizaba a su madre desde la cárcel demostraban dificultad de articulación de las palabras (disartria), desesperanza, desinterés por la vida y mucho resentimiento hacia su madre.
Aaron demostraba una conducta agresiva, actitud despreocupada si lo arrestaban por sus hechos ilícitos, abusaba de sustancias psicotrópicas y alcohol con su grupo de iguales, tal como su padre. Sin embargo, estaba casado y tenía una hija y se preocupaba bastante por su familia, lo que demostraba que conservaba la capacidad empática y se preocupaba por los demás.
Puede que ese exceso de preocupación hacia los demás, fuera una forma de suplir las carencias afectivo-familiares que siempre tuve por parte de sus padres y empeoró cuando su padre falleció en 2006; Esa falta de apoyo y presión de ser quien “esperaban que fuera” y no “quien era”, lo llevaron a esa falta de autoestima, confianza en sí mismo y bloqueo en ser capaz de asumir su propia sexualidad, refugiándose en los “amigos de barrio” y adicciones para olvidarse de la vida que tenía que para otros cualquier querría tenerla, pero que para Aaron era más bien un peso y una vida de apariencias que se veía forzado a mantener para no decepcionar a los suyos y ser aceptado en la sociedad.
Cuando Aaron estaba siendo juzgado, aún no existían las pruebas de resonancia magnética para identificar de forma científica y objetiva la encefalopatía traumática crónica y solo después de morir se pudo evidenciar como su cerebro era similar a un individuo de 60 años con demencia senil. Caso contrario, probablemente esas tendencias suicidas que caracterizan la enfermedad, no se habrían agudizado y llevado a Aaron al extremo de suicidarse, y seguramente se le habría atenuado la condena si hubiera sido una prueba suficientemente sólida para demostrar de que forma la enfermedad influyó en esta conducta delictiva que fue empeorando en los últimos años.
Aaron es un ejemplo de manual del resultado de una conducta socialmente desviada, provocada por una enfermedad adquirida y empeorada por los factores familiares, individuales y circunstanciales que pueden favorecer el nacimiento de un delincuente en potencia, cuando fallan los medios preventivos y resocializadores.
Virgília Pires