LA INTELIGENCIA EN LA EMPLEABILIDAD DE LA CRIMINOLOGÍA. PARTE I

RESUMEN

La empleabilidad de los Criminólogos y futuros criminólogos en España, y principalmente en el sur de Europa, sigue siendo una preocupación de los que se forman para ello. Asimismo, las organizaciones que respaldan a esa profesión, siguen persuadiendo el gobierno para que la Criminología obtenga su protagonismo. Sin embargo, hasta la fecha los resultados no fueron los esperados, pero hay otras vías a las que los Criminólogos pueden recurrir para desempeñar algunas de sus competencias profesionales, como el Análisis de Inteligencia en el sector empresarial. Para ello, en este artículo, que se dividirá en 3 partes, se pretende dar a conocer esta área y las funciones que implica el puesto, destacando características comunes entre Criminólogo y Analista de Inteligencia, que, a su vez, pueden ser decisivas en determinadas decisiones estratégicas del sector privado.

Se destacarán diferentes tipos de informes que se pueden realizar teniendo como núcleo el concepto de Inteligencia.

Palabras clave: Criminología, Criminólogo/a, conducta, empleabilidad, análisis de Inteligencia, analista, informes, geopolítica, geoestrategia, riesgos, KYC, Due Diligence, sector privado, estrategia empresarial.

La Criminología, por un lado, sigue despertando la curiosidad banal de muchos, y por otro es una opción de formarse académicamente de otros tantos. Sin embargo, la realidad laboral sigue espejando un vasto desconocimiento de gran parte de la sociedad, y de los propios estudiantes al respecto de esta carrera.

Ser Criminóloga/o implica formarse como un experto del área de las ciencias sociales y jurídicas de forma multidisciplinar, lo que acarrea tener un sólido conocimiento de la legislación penal y de las diferentes jurisdicciones, enalteciendo el derecho penitenciario, que afectan principalmente al bien jurídico más importante, la vida.

A la par, conocer las relaciones humanas, desde la perspectiva social es fundamental para poder indagar en los antecedentes del individuo (biológicos, familiares, relaciones entre los grupos de iguales, etc.), y como estos afectan en su conducta en el entorno; es importante analizar el comportamiento cognitivo-mental, de allí la importancia de la psicología y de la psiquiatría, para que podemos tipificar una conducta como anómala, o sea, desviada, o si antagónicamente, puede ser el resultado de alguna enfermedad diagnosticada. A posteriori, se procede a valorar la posibilidad de aplicar un atenuante, eximente o, incluso un agravante.

El enfoque de este artículo, no es extenderse en la definición de la Criminología, pero sí entender que es esta ciencia socioempírica para que a continuación se comprenda el grado de preparación de un/a Criminólogo/a, que le permite ser una pieza fundamental en el sector empresarial, es decir, en el ámbito privado.

Para que exista una categoría profesional, tiene que haber una carencia identificada en un sector concreto.

Actualmente en España, si equiparamos los índices de delincuencia con otros países es correcto pensar que es un país que no destaca por las conductas criminales. No obstante, eso no implica que los delincuentes no existan, pues si así fuera las cárceles se convertirían en museos, lo que no es el caso. Además, hay ciertas delitologías que han venido en aumento, como es el caso de la violencia de género, que sigue sin una solución eficaz para reducir su prevalencia. Lo cual, lleva a reflexionar que algo puede estar fallando, y probablemente los medios preventivos que se están utilizando, o mejor que deberían utilizarse, puede que no sean los adecuados. O también, cabe la posibilidad de que se esté infravalorando las capacidades de profesionales preparados para ello, como pueden ser los Criminólogos.

El padre de la Criminología, en su obra más destacable (Lombroso, 1876), llevó a cabo la clasificación de los criminales en diferentes perfiles, donde hasta hoy uno de ellos prevalece en las teorías criminológicas, y diferentes teóricos siguen debatiendo su teoría, la del criminal nato. Esta, sigue despertando debates de si el delincuente nace o se hace, lo que puede llevar a pensar que este campo tenga que evolucionar, adaptándose a la sociedad actual.

La perfilación criminal sigue sin desarrollarse en España, pese a los grandes profesionales capacitados para ello, condicionando así a que se pueda comparar características análogas entre los diferentes perpetuadores de un crimen con la finalidad última de definir un perfil y consecuentemente trazar nuevas escalas de peligrosidad y de riesgo como la PCL-R (Hare, 1991) o la HCR-20 (Webster, Douglas, Eeves y Hart 1997), que permiten una actuación preventiva objetiva.

Pese a lo comentado anteriormente, la figura del Criminólogo sigue sin tener su debido reconocimiento y respaldo institucional en la Administración, aunque dispone de organismos oficiales como los Colegios con un estatuto profesional que regula la profesión, originando a que la mayoría de los estudiantes de Criminología vean demasiado incierto su futuro profesional en el sector público. De este modo, el objeto de estudio principal de esta ciencia como el delincuente, la víctima y el propio hecho delictivo, queda sin un efecto real.

La situación actual y verdadera en España de que un Criminólogo pueda trabajar de lo suyo, sin tener que recurrir a formaciones paralelas complementarias, y muchas veces principales, es que existe una empleabilidad muy baja. Pero, las organizaciones que defienden los derechos de la profesión del/la Criminólogo/a, tales como los colegios de las diferentes comunidades autónomas y otras como la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses (SECCIF), siguen batallando para que las nuevas generaciones tengan oportunidades laborales en más áreas en las que el Criminólogo está totalmente habilitado para trabajar.

De mientras, hay que abrir los ojos a nuevas oportunidades del mercado que están surgiendo, como es el caso de las empresas, que cada vez más detectan precozmente la necesidad de contar con unos profesionales, denominados Analistas de Inteligencia.

Entonces, aparece la duda de que es un Analista de Inteligencia y que tiene que ver con un Criminólogo, y la verdad es que son profesiones que van de la mano y comparten competencias y funciones similares.

Mas, ¿qué es la Inteligencia?

Inteligencia es un concepto cada vez más imperante en el mundo y nace en el ámbito militar. Sin embargo, hoy en día el concepto de inteligencia es muy amplio. Y, a pesar de que en España surgió hace poco el enfoque privado, sin duda vino para quedarse.

No hay que confundir Inteligencia con Business Intelligence, área estrechamente vinculada a las tecnologías de la información, perteneciente al campo de la informática, donde los distintos softwares de programación son un requisito.

La inteligencia es un proceso largo en el cual se trabaja la información disponible en bruto en distintas fuentes: abiertas -OSINT-, humanas -HUMINT- y especializadas, entre otras como las SIGINT, para lograr un resultado fiable que será determinante en la valoración del escenario que presenta mayor probabilidad de ocurrencia.

La metodología que se utiliza se centra en las competencias de un Analista de Inteligencia para recopilar, seleccionar y analizar la información relevante.

Un análisis de inteligencia válido, implica tener una alta capacidad de recoger, analizar para poder filtrar la información de interés y sintetizarla, para que finalmente se realice un informe. Este proceso de tratamiento de la información se conoce como Ciclo de Inteligencia, y es la base para poder ser un experto.

El Criminólogo, estudia técnicas cualitativas y cuantitativas que le facultan de la capacidad de manejar datos y poder categorizarlos. Esta etapa es fundamental para poder llevar a cabo un informe con rigor y objetividad, compartiendo la imparcialidad de sus resultados en un informe con el Analista de Inteligencia.

Cuando se trabaja con datos e información, los nombres de las personas no aparecen, no se asocian caras ni estratos sociales, ideologías políticas u opiniones. Y esto es el valor añadido del rol del analista, donde no hay espacio para la subjetividad.

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